Acabo de volver de Marruecos, un viaje de una semana en el que he disfrutado cada segundo y el tiempo se ha estirado de manera infinita. La amiga con la que iba a hacer este viaje a última hora no pudo venir y decidí viajar sola, lo cual había hecho antes en países europeos. Al llegar a Fez, al Riad del que luego os hablaré, su dueño Ahmed me dijo al preguntarle si era seguro ir sola a la Medina por la tarde-noche: "Isa, de qué tienes miedo? No tengas miedo, confía en la gente". Y eso hice. Solo he recibido hospitalidad y amabilidad, lo cual para un europeo puede ser señal de desconfianza ante tan magna dimensión.
Pues sí, os confirmo que en Marruecos la gente es muy cálida y cercana. Son intensos, si les miras a los ojos, te miran más. ¡El corazón les late mas fuerte!
Fez- El Bali es la Medina más grande del mundo con más de 9.000 calles (estrechas), un verdadero laberinto en el cual sumergirse es una aventura trepidante y un viaje en el tiempo. Durante los días que pasé recorriendo sus calles, decidí no llevar mi cámara, habrían sido tantas las fotos que habría querido hacer, que preferí mirar con mis propios ojos en lugar de estar fotografiando compulsivamente. En mi opinión, a veces es mejor no fotografiar.
Os quiero mostrar el precioso Riad en el que me alojé, se llama DAR ANEBAR. Me fueron a recibir a una puerta cercana en la Medina y nada más llegar me sirvieron un delicioso te verde a la menta con pastitas en su espectacular patio interior. El riad es un paraíso para los sentidos, podéis ver su magia en las fotos, detalles y rincones cuidados al máximo, un delicioso olor a esencia de azahar que me cautivó, si tuviera que elegir una aroma favorito, sin duda sería ese. En el baño descubrí un jabón natural líquido que es una delicia para la piel. Os recomiendo alojaros allí si visitáis Fez.
Pronto os contaré la segunda parte del viaje en el desierto, por ahora me despido no sin antes enviar un saludo a Ahmed y a su equipo en el riad: Azid, Anwar, Khadija, Samira, etc.